Internacional
No todo es el ‘New York Times’: cómo salvar el periodismo en Europa
El ensayo ‘Águilas y colibríes’ recorre 16 países recopilando las ideas que pueden transformar un oficio clave para la democracia en un momento de crisis múltiples.
Es febrero de 2024 y, contra todo pronóstico, en el centro de Varsovia se celebra un festival de periodismo y esperanza. El medio Outriders, que escribe de todo menos de Polonia, celebra su cuarto festival con reporteros, activistas y artistas. “La esperanza no consiste en ver el mundo de color rosa. Hay que buscarla. Necesitamos cambiar la mirada a nuestro alrededor para encontrar esas historias que la irradian”, defiende su directora Anna Górnicka en una de las 32 entrevistas a partir de las cuales el profesor y periodista José Alberto García Avilés ha construido el ensayo Águilas y colibríes (Playhacks, 2025): un viaje por el vecindario europeo para buscar las ideas innovadoras al rescate de un oficio en crisis de modelo y credibilidad pública.
“Sólo los periodistas enamorados salvarán el periodismo”, afirma Avilés con la misma contudencia que en la portada de su tercer libro. Recibe a La Marea en una cafetería de la playa alicantina de San Juan, desde donde el granadino se desplaza cada día para dar clase en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Tras una década investigando la innovación en el periodismo, siempre muy en o con el mundo profesional, decidió darse el tiempo de conocer a fondo los proyectos que iban apareciendo en su radar. Y, deliberadamente, descartó el camino habitual: su libro se queda en Europa, no busca las soluciones en Estados Unidos.
Ha querido huir del complejo New York Times. “Por un lado, Estados Unidos es un mercado muy diferente al nuestro. Y también quería escapar de ese complejo, del New York Times todo lo hace bien. Miras las audiencias, miras el vídeo, miras la IA, miras los crucigramas, miras el modelo de negociación y el New York Times siempre es el ejemplo que se pone de todo. Pero es que el New York Times tiene 1.700 periodistas, tiene unos presupuestos determinados. Entonces dije que no. Y Latinoamérica es otro sitio fascinante donde se están haciendo cosas muy chulas, pero yo al final quería concentrarme en Europa”, explica el profesor.
Son 278 páginas que no se leen como un libro de entrevistas sino como un recorrido por los grandes temas que marcan el periodismo contemporáneo y, por tanto, el debate público que orienta. Qué aleja y qué acerca a la audiencia, cómo sostener el periodismo de calidad, cómo puede transformar la inteligencia artificial un ecosistema que aún no ha encajado del todo la eclosión de Internet. Pero también: cómo nace un diario en plena guerra de Ucrania, qué falla y qué funciona cuando se crea un medio alternativo, cómo cuidar la salud mental en las redacciones antes de que los periodistas hagan crac.
Los fuegos artificiales de la tecnología
Águilas y colibríes, que primero fue el proyecto Media Leaders in Europe, se sostiene sobre 32 conversaciones con periodistas de 16 países, la mayoría mujeres, de medios con el denominador común de la innovación pero muy diversos en su naturaleza: públicos y privados, pequeños, medianos y grandes. Avilés ha preferido la perspectiva que permite mirar fuera de España, pero no ha dejado de incluir al referente e imaginativo periodista Mario Tascón, fallecido en 2023, y a Mar Cabra, pionera en el fomento de la salud mental en el oficio.
Las historias que encontró son particulares, pero las melodías suenan. “Hay una preocupación por cómo financiar el periodismo y también por la creciente desafección de las audiencias, que tienen cierta fatiga porque les parece que las noticias son demasiado negativas o no les representan”, indica. También es compartida la inquietud por la falta de credibilidad de los medios y los periodistas y la fascinación por lo que Avilés llama “los fuegos artificiales de la tecnología”.
“Ahora singularmente hay una preocupación por el impacto que está teniendo la inteligencia artificial en la profesión y cómo está cambiando también la forma de trabajar y los procesos y los resultados; por cómo hacer un uso responsable de ella”, señala. Los periodistas europeos han sido generosos con su tiempo e historias pero no le han dado ninguna fórmula mágica, porque no la hay. “Pero, a la vez, sí que aportan pistas para tratar de recuperar en el fondo la esencia de la profesión ¿Cuál es la tesis del libro? Pues la tesis del libro, por resumirla, es que hay que recuperar la esencia de la profesión, la vocación de servicio público, el rigor y la verdadera independencia”, concluye.
¿Águilas o colibrís?
En un viaje a Costa Rica con María José, su mujer, se le apareció entre la exhuberante vegetación la metáfora aviaria que da título al libro. “El periodista águila denota poderío y posee un carácter luchador. Nunca da una batalla por perdida. Inspira a sus compañeros y subordinados”, propone. ¿Y el periodista colibrí? “Destaca por su versatilidad, no le asustan las dificultades, tiene adaptabilidad al cambio y optimismo”. No obliga a elegir, cuenta que los compañeros que ha entrevistado comparten la energía de las águilas y los colibríes, pero sí ofrece en la web de su libro un test para saber qué ave eres más.
No es un libro sólo para periodistas. El autor ofrece a un público generalista un retrato fiel de los procesos y decisiones del oficio que es a la vez una visión cercana de la actualidad de la profesión “con todas sus luces y sus sombras”, en un contexto de retrocesos democráticos y crisis múltiples en el mundo. Quiere también aportar a la comunidad académica una visión estructurada de cuáles son los medios y periodistas que están haciendo verdaderos proyectos innovadores en Europa. Y sí: también quiere inspirar, acaso alentar, a los trabajadores de la información en un momento de especial incertidumbre. Ser recordatorio de que el corazón del oficio sigue siendo el mismo, también las razones para ejercerlo con la osadía de las águilas y la esperanza del colibrí.
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN MANOS DEL DIABLO
«Microsoft, ChatGPT y crímenes de guerra», por Silvia Ribeiro.
La colaboración de las gigantes tecnológicas en el genocidio de Palestina por Israel las coloca como cómplices en crímenes de guerra.
Hay muchas razones para no usar ChatGPT, además de que está basado en la piratería, el plagio y causa un gasto brutal e innecesario de agua, energía y emisiones de dióxido de carbono. Ahora podemos agregar también la colaboración con el régimen de Israel para acelerar el genocidio palestino en curso.
Un cuidadoso reportaje de investigación de Michael Biesecker, Sam Mednick y Garance Burke de la agencia The Associated Press, mostró que las empresas Microsoft y OpenAI, fabricante de ChatGPT, han apoyado con tecnología las guerras de Israel en los últimos años
Esas y otras gigantes tecnológicas estadounidenses han permitido a Israel, partir del aumento del uso de inteligencia artificial y servicios informáticos, ampliar significativamente y con mucha más velocidad el rastreo y eliminación de muchos presuntos sospechosos en Gaza y el Líbano. Uno de los problemas con el uso de estos sistemas informáticos es que no son de ninguna manera exactos y producen información errónea (de hecho ni siquiera son inteligentes), por lo que su uso es posiblemente responsable de miles de muertes civiles. Elementos del ejército de Israel reconocieron que el uso de algoritmos para identificar objetivos humanos y materiales redujo mucho el tiempo de supuesta identificación y aumentó exponencialmente el número de ataques realizados, aunque no la eficiencia.
Esta es la primera confirmación que tenemos de que se están utilizando modelos comerciales de inteligencia artificial directamente en conflictos bélicos, declaró a AP Heidy Khlaaf, científica de inteligencia artificial del Instituto AI Now y ex ingeniera jefe de seguridad de OpenAI, fabricante de ChatGPT. Son enormes las implicaciones sobre el papel de esta tecnología en habilitar este tipo de guerras ilegales y faltas de ética en el futuro.
OpenAI cambió discretamente el año pasado la política de uso de ChatGPT para permitir su uso militar (con fines de defensa y seguridad nacional). Lo mismo hizo Google en 2025.
Google y Amazon también proporcionan servicios de computación en la nube e inteligencia artificial al ejército israelí en el marco del Proyecto Nimbus, un contrato de mil 200 millones de dólares firmado en 2021, cuando Israel probó por primera vez sus sistemas internos de detección de objetivos basados en IA. Actualmente la usa para rastreos, reconocimiento facial, interceptar comunicaciones y mucho más.
Un artículo de la revista +972 reveló en 2024 cómo Israel usó contra Gaza los programas de IA Gospel y Lavender, para identificar objetivos a destruir, tanto personas como edificios, locales y viviendas.
Según AP, Google sigue proveyendo activamente sus sistemas de IA a Israel. AP también consiguió evidencia de que el ejército de Israel usa centros de datos y granjas de servidores de Cisco y Dell. Red Hat, filial independiente de IBM, también vende tecnologías de computación en nube al ejército israelí, así como Palantir Technologies, socio de Microsoft en contratos de defensa estadounidenses, con quien mantiene una alianza estratégica que proporciona sistemas de inteligencia artificial para apoyar los esfuerzos bélicos de Israel.
Ha habido protestas de trabajadores de Microsoft y Google por esta colaboración bélica, quienes han sufrido censura y despidos.
La colaboración de las gigantes tecnológicas en el genocidio de Palestina por Israel las coloca como cómplices en crímenes de guerra. Su involucramiento en cualquier guerra agrega más estratos de preocupación.
https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/microsoft-chatgpt-y-crimenes-de