Los ataques israelíes contra las colas del hambre han causado al menos 62 muertos en tres días

La pasada madrugada cientos de palestinos hambrientos se vieron obligados a huir de la cola del reparto de comida en Gaza a causa de los disparos israelíes. Esas zonas han sido declaradas por el Gobierno de Benjamin Netanyahu como «zonas de combate». La táctica de atacar a los grupos que buscan ayuda humanitaria se ha cobrado la vida de 102 personas en los últimos días, según Hamás (62, según informaciones confirmadas por la ONU). Sólo ayer murieron 27 bajo las balas israelíes. Varios testigos informaron haber recibido disparos desde drones y helicópteros en las inmediaciones de las llamadas «colas del hambre». Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, declaró que «los ataques dirigidos contra civiles constituyen una grave violación del derecho internacional y un crimen de guerra».

«A los palestinos se les presenta una de las elecciones más atroces: morir de hambre o arriesgarse a ser asesinados al intentar acceder a los escasos alimentos que se están proporcionando a través del mecanismo de asistencia humanitaria militarizado de Israel», apuntó Türk en un comunicado. El alto comisionado señaló, además, que la obstrucción intencionada del a comida y suministros esenciales a una población con hambre podría considerarse también un crimen de guerra.

El secretario general de la ONU, António Guterres, se unió a la condena de estos actos y también criticó la insensibilidad que rodea todas las declaraciones del Gobierno israelí, último responsable de la masacre. Guterres denunció la retórica «intolerable y deshumanizante, y las amenazas por parte de los líderes israelíes de vaciar la Franja de Gaza», al igual que las interminables órdenes de evacuación que mantienen a la población desplazándose constantemente desde el inicio de la guerra.

Disparar a los hambrientos

Los ataques están ocurriendo a diario en las inmediaciones de los puntos de distribución de ayuda humanitaria en Gaza, gestionados por la denominada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), creada por Israel y Estados Unidos para controlar todo el flujo de asistencia a la población en reemplazo de la ONU. Esa fundación anunció que suspende temporalmente sus actividades para reanudarlas mañana jueves tras trabajar en las medidas de seguridad. Asimismo, se eligió a un nuevo presidente ejecutivo para la GHF: Johnnie Moore, un pastor cristiano evangélico y asesor de Donald Trump.

Mientras tanto, Israel mantiene bloqueada la ayuda humanitaria de Naciones Unidas. Según Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, «Gaza es el lugar más hambriento de la Tierra» y los suministros que tienen preparados para la asistencia están sometidos «a una camisa de fuerza».

En Israel hay pocas voces críticas que se alcen públicamente contra la barbarie gubernamental, pero algunas tienen un peso significativo. Es el caso, por ejemplo, de Ehud Olmert, ex primer ministro entre 2006 y 2009. En una reciente columna en el diario Haarezt afirmaba sin ambages que su país «está cometiendo crímenes de guerra» y calificaba al Ejecutivo presidido por Netanyahu de «banda criminal». El ex mandatario aseguraba en el artículo que el número «de víctimas innecesarias entre la población palestina» ha alcanzado «proporciones monstruosas».

El recuento de muertos desde el inicio de la ofensiva israelí, tras los atentados islamistas del 7 de octubre de 2023, supera los 54.000.