window.advanced_ads_ready=function(e,a){a=a||"complete";var d=function(e){return"interactive"===a?"loading"!==e:"complete"===e};d(document.readyState)?e():document.addEventListener("readystatechange",(function(a){d(a.target.readyState)&&e()}),{once:"interactive"===a})},window.advanced_ads_ready_queue=window.advanced_ads_ready_queue||[]; var advadsCfpQueue = []; var advadsCfpAd = function( adID ){ if ( 'undefined' == typeof advadsProCfp ) { advadsCfpQueue.push( adID ) } else { advadsProCfp.addElement( adID ) } };
lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

El milímetro de oro

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Opinión

El milímetro de oro

"Las millas de oro son maneras de decirnos que lo que queremos, podemos y sabemos hacer nunca va a brillar lo bastante", defiende Laura Casielles en #LaMirada

Un artista diseña una pieza religiosa de oro. REUTERS/ALEXANDER DEMIANCHUK
Laura Casielles
26 febrero 2021 Una lectura de 5 minutos
Telegram Linkedin Url

El titular decía: Madrid contará con un nuevo centro de arte en la Milla de Oro de los Museos. Una buena noticia, visto así. Lo que pasa es que había que leerla entera para entender de qué iba realmente el asunto. Ese nuevo centro de arte ocupará el lugar del laboratorio cultural MediaLab Prado, un espacio que lleva más de una década siendo un referente para la creación, el pensamiento y la divulgación cultural. Lo mismo que se le pide a ese que se va a abrir ahora, en principio, pero lo que pasa es que MediaLab lo hacía desde la participación, la diversidad y el encuentro. Un modelo que sin duda no está al alza en el centro de la ciudad. 

Estoy hasta el moño de millas de oro. Las millas de oro son maneras de decirnos que lo que queremos, podemos y sabemos hacer nunca va a brillar lo bastante. Que lo que vale es lo que está en un centro, bajo un foco y con la legitimación de un sello oficial. Tú tendrás una tiendita llena de monadas, pero la moda está en la milla de oro. Tú tendrás un restaurante delicioso, pero la alta cocina está en la milla de oro. ¿Tu sala de conciertos? Muy lejos de donde tendría que estar para que se te considere parte de lo que hay que escuchar.

Y si resulta que has caído en medio de la milla de oro por alguna rara suerte, ya te desalojaremos. 

El mundo no ayuda nada a quienes quieren medir lo valioso en milímetros de oro. 

Lo sé bien porque a mí también me cuesta. Como todas, yo también crecí creyendo que el éxito consistía en acceder a ciertos lugares, en poner el pie sobre determinados pódiums. Pero es que incluso después, cuando empecé a entender cómo funcionan los mecanismos de legitimación que nos van configurando el gusto y las costumbres, la misma inercia tomó nuevas, perversas formas. Porque también desde posiciones críticas podemos repetir esa dinámica: en todos los ámbitos se marcan escalas, y casi siempre se miden con baremos similares.

La milla de oro son también las audiencias, las prisas, la fama. La milla de oro es valorarlo todo en función de likes y seguidores, extrañas cifras que ponen en una balanza desigual lo interesante y lo que está de moda. La milla de oro es despreciar al peso y obviar las posibilidades. 

Los promotores de la operación por la cual un centro cultural realmente vivo se ve desalojado para abrir uno que responda a los cánones del turismo dijeron que lo hacían para «contribuir al relato del paseo del arte dentro del entorno de la candidatura de la UNESCO mediante el denominado Paisaje de la Luz». Casi parece una parodia. La milla de oro son esas palabras hechas a la medida de los catálogos.

Pero como —por esa misma lógica— solo vale lo que arrasa, todo lo demás se ve condenado al margen, a una permanente lucha por la mera existencia. Se paga mal, y quien lo defiende siempre corre el riesgo de ser llamado ingenuo. La milla de oro es que atender a lo pequeño, cuidar de lo que no arrastra multitudes, acabe siempre teñido de una sospecha de inanidad. 

Y así una se descubre, cualquier día, proponiéndole a alguien un proyecto hermoso sin poder evitar añadir la coletilla de “pero bueno, no te interesará, es algo muy pequeñito”. Aunque por dentro lo que sienta sea: “aquí te traigo algo que está vivo, que quiere ser bello y útil, te ofrezco ser parte porque a mí me parece que vale la pena”. Todas llevamos dentro a una creyente del star system que tiene que pensar dos y tres veces para recordar que no es necesariamente mejor lo que más fama ha cosechado y que la mayor parte de los milagros suceden en la penumbra. 

Las cosas grandes tienen su enganche, es indudable. Y su utilidad. Y su disfrute. Pero me pregunto a veces si no se nos ha girado un poco el orden de las cosas —en lo político, en lo cultural, en los agobios que cada una tenemos dentro de nuestras propias cabezas—. Al fin y al cabo, lo de alcanzar a multitudes no era un fin, era un medio. Queríamos llegar a muchas personas para poder transformar. Y a donde esa transformación tenía que llevar era a un mundo en el que muchas cosas pequeñas, distintas, pudieran ser consideradas valiosas. En el que dedicarse a ellas fuera sostenible. En el que los baremos ajenos no arrasasen con todos esos milímetros de oro que nos hacen la vida mejor.

Pero lo cierto es que, en este mundo y este tiempo que nos tocan, están en extinción. No es solo lo de Medialab. En estos días, en esta misma ciudad que solo cuida de las millas doradas, lamentamos la ausencia —ya consumada o a puntito de ocurrir— de una revista que pintaba la ciudad de otra manera, de una programación teatral que construía un universo, de una casa de la cultura que se convirtió en una antología viva de poetas audaces. Y esto es solo una ciudad entre las ciudades. Y estos son solo unos ejemplos entre centenares.

Aunque os confieso —desde esa lucha contra el star system que a mí también me habita— que lo que más me preocupa quizá es cuando somos cómplices. Cuando el brillo de lo grande nos hace descuidar ese espacio de activismo que no aspira a lo masivo pero transforma, ese texto escondido que propone revelaciones, esa persona a la que podríamos invitar a nuestro acto pero que no usa redes sociales. 

Hay que tener cuidado: la tentación está ahí todo el rato. Y caer en ella nos hace las vidas más tristes. Porque —en realidad lo sabemos— en ese lugar donde se guardan las cosas que más nos importan, ninguna milla ilustre puede competir con el siempre frágil milímetro de oro que vemos brillar cuando nos podemos tomar el tiempo y el cuidado de desbrozar la torrentera.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Artículos relacionados

"Para los saharauis, la Transición española supuso el exilio"

Dani Domínguez
21 septiembre 2019

Dime René, ¿por qué estamos tan tristes?

Laura Casielles
06 marzo 2020
Comentarios

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • Pedro Sánchez pide perdón a la ciudadanía y descarta elecciones: "Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán"
  • Jeff Sharlet: "Hace muchos años que en Estados Unidos la izquierda secular ocupa el margen"
  • Lo de Santos Cerdán (parece que) no es lo de Begoña Gómez
  • Más de un millar de resoluciones del Consejo de Transparencia han sido ignoradas desde 2016
  • Su destino está a la izquierda

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • o

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los s sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los s sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar